Senadora Alejandra Lagunes

Con su venia, Presidenta.

Compañeros y compañeras legisladoras, distinguidas invitadas sean muy bienvenidas:

Los movimientos feministas en México han sido siempre un ejemplo de valentía, de determinación y de perseverancia. Una de sus más grandes victorias fue la reforma del 17 de octubre de 1953 a los artículos 34 y 115 de la Constitución, que reconoció a las mujeres como ciudadanas con el derecho de votar y de SER VOTADAS; es decir, de participar plena y oficialmente en la vida política del país.

El camino no fue fácil, mucho menos corto. Los primeros esfuerzos en nuestro país se remontan a la fundación las Violetas del Anáhuac, dirigido por Laurena Wright González en 1887. En este semanario en el que solo escribían mujeres, se afirmaba que la inteligencia del hombre y de la mujer eran iguales, y que si existían diferencias eran resultado de la falta de acceso de las mujeres a derechos básicos, uno de los más importantes, la educación.

Como todos los movimientos feministas del mundo, en México, éstos han sido diversos y provenientes de distintos sectores de la sociedad, ejemplo de ello fue el Club Femenil Antirreeleccionista Hijas de Cuauhtémoc, fundado por Dolores Jiménez y Muro, mujer zapatista, soldadera, general brigadier de enorme entrega, de convicciones y valor inigualables, y quien, frecuentemente ausente en los libros de historia, participó en el Plan de Tacubaya y también redactó el prólogo del Plan de Ayala.

El camino no ha sido fácil, mucho menos corto. La primera mujer mexicana electa diputada al congreso local de Yucatán, Elvia Carrillo Puerto, se vio obligada a renunciar por amenazas de muerte. Académicos señalan que aunque en papel las mujeres obtuvieron el derecho a votar y ser votadas, este no fue realmente efectivo sino hasta los años 70s. Al día de hoy, solo ha habido 6 candidatas a la Presidencia de la República y 7 gobernadoras o jefas de Gobierno del Distrito Federal, ahora Ciudad de México. Aquí presentes están algunas de ellas: Beatriz, Josefina, Patricia, Margarita: gracias por el camino recorrido y por su lucha. Gracias también a todas las mujeres que no aceptaron un no como respuesta, y por cuyos esfuerzos hoy en el Senado existe una representación paritaria. Nadie le ha regalado nada a las mujeres ni a los movimientos feministas, y tampoco será el caso ahora.

El camino no será fácil y mucho menos corto. Recientemente, hemos sabido de candidatas electas presionadas para renunciar a sus cargos con el objetivo de que esos espacios los ocupen hombres. De los 8 coordinadores de grupo parlamentario en este Pleno, solo una es mujer, Sasil.

Nos necesitamos y nos necesitan. Nuestra presencia tiene impactos mucho más profundos que una paridad que aunque necesaria, no es suficiente. La participación de las mujeres importa sustantiva y simbólicamente. Nuestras voces son importantes en todos los asuntos, y son fundamentales en temas como el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, el derecho a vivir una vida libre de violencia, el acceso pleno a la salud, a la educación y a un medio ambiente sano. Nos necesitamos para poder estar en espacios públicos sin miedo y para terminar con las expectativas sociales sexistas. Nos necesitamos para construir una economía más humana y más sostenible. Todas estas son batallas políticas que pasan por nuestros cuerpos, por nuestras vidas, y por nuestros sueños.

No podemos conformarnos ni cansarnos. Las mujeres, pese a todos los intentos de invisibilizarnos y de cerrarnos las puertas de la vida política, hemos sido parte vital en la construcción de este país: así lo demuestran las historias de Rosario Castellanos, Griselda Álvarez, Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Eufrosina Cruz Mendoza, Tita Radilla y de millones de mujeres que desde su diversidad y desde distintos espacios, siguen escribiendo la historia de México todos los días.

Termino con un extracto del proemio del Plan de Ayala, escrito por Dolores Jiménez y Muro: "La humanidad, incansable mariposa que en su incesante labor, rompe capullo tras capullo, buscando siempre la luz, alcanza épocas de tiempo en tiempo, en las que los cerebros esplenden y los corazones arden al poderoso impulso de una idea redentora, haciendo que el Mundo admire acciones heroicas que conquistan las grandes reformas".

Compañeros y compañeras legisladoras, hagamos de este tiempo uno de esos tiempos a los que se refería Dolores Jiménez y Muro: que nuestros cerebros resplandezcan y nuestros corazones ardan para construir un país digno, libre, justo y con igualdad para todos y todas. En el Partido Verde lucharemos por que así sea.

Muchas gracias.