Con su venia presidenta; Compañeras y compañeros; Hoy recordamos a uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX, Ernesto "El Che" Guevara, más allá de su imagen, sus ideales siguen resonando profundamente de quienes luchan por un mundo más justo, el Che nos enseñó que la verdadera revolución no solo se trata de armas o conquistas, sino de la transformación profunda del ser humano de la construcción de una sociedad donde la igualdad y la justicia sean pilares fundamentales. Uno de los principios más importantes que defendió fue la igualdad social, para el Che la opresión económica era la raíz de la desigualdad y su lucha se centró en erradicar las brechas entre ricos y pobres, su sueño era construir una sociedad sin clases donde los recursos estuvieran al alcance de todos y no solo de unos pocos. Este ideal sigue vigente en un mundo donde millones sufren pobreza mientras unos cuantos amasan riquezas. Además, el Che defendió con compasión el internacionalismo solidario. Él no solo luchaba por Cuba sino por todos los pueblos del mundo, en sus palabras, el internacionalismo es deber de todo revolucionario, creía que la lucha por la justicia no tiene fronteras y que debemos unirnos en un frente común contra la explotación. En un mundo globalizado su llamado a la solidaridad internacional es más relevante que nunca, otro de esos valores fundamentales fue la dignidad del trabajo, el Che valoraba profundamente el esfuerzo humano como motor del cambio, pero un trabajo digno, no alienante, creía que el trabajo debía ser para el bien común y no para la explotación de unos pocos, nos recordaba que el trabajo colectivo tiene el poder de transformar a la sociedad siempre que se realice en libertad y con equidad. El Che, también, nos legó una ética revolucionaria para él, el revolucionario debería ser íntegro, tener un alma intachable y ser el reflejo de los valores que buscaba implementar en la sociedad, la coherencia entre el pensamiento y la acción fue su norte. Este ideal de integridad y compromiso con los valores humanos más altos fue la elección fundamental para quienes hoy luchan por un mundo mejor. Finalmente, Guevara nos enseñó a no claudicar ante las adversidades, su vida fue un ejemplo de sacrificio, de entrega total a la causa de los más oprimidos, sin esperar recompensas, ni reconocimientos, su espíritu de lucha incansable es una inspiración para quienes hoy en día enfrentan sistemas que buscan perpetuar la injusticia. Compañeras y compañeros, los ideales del Che no pertenecen al pasado, nos llaman actuar en el presente a luchar por la igualdad, la justicia y la dignidad de todos los seres humanos, su legado vive en cada acción que tomamos para cambiar el mundo, así como lo hemos hecho para transformar a México. ¡Hasta la victoria siempre!