Con el permiso de la presidencia; El derecho a votar y ser votado ha sido una de las más grandes conquistas ciudadanas a lo largo de nuestra historia y se ha fortalecido con una estructura sólida que lo respalda, esa estructura es el Instituto Nacional Electoral, un organismo que ha sido clave para el desarrollo democrático de México. Hace más de tres décadas, en 1990, el entonces Instituto Federal Electoral fue creado con el objetivo de garantizar elecciones libres, auténticas, y transparentes. Antes de su creación, los comicios estaban en manos de la Secretaría de Gobernación, lo que inevitablemente levantaba cuestionamientos sobre la imparcialidad y objetividad de las elecciones. Los legisladores de aquella época, conscientes de las demandas ciudadanas por un sistema electoral confiable, decidieron dar un paso decisivo hacia la autonomía de este órgano. La importancia de contar con una institución como el IFE radica precisamente en su independencia, no podemos olvidar que los principios rectores de certeza, legalidad, imparcialidad, objetividad y profesionalismo son los que han permitido que nuestra voz, expresada a través del voto, tenga un valor genuino. Estos principios están plasmados en nuestra Constitución desde entonces; son la base que hoy sostiene la legitimidad de nuestro sistema político-electoral. El IFE, a lo largo de su historia, ha demostrado ser más que un organismo que organiza elecciones, su creación significó un antes y después en la manera en la que los ciudadanos vivimos nuestra democracia. Cada una de las reformas que ha experimentado el IFE, como la ciudadanización de su Consejo General en 1996, ha sido una respuesta a la evolución política y social de nuestro país. Con cada cambio, hemos buscado hacer de este instituto un reflejo de las necesidades que demandan las y los ciudadanos. Hoy más que nunca, debemos valorar la importancia de tener un instituto electoral fuerte, autónomo y profesional. En un mundo donde la desinformación y la polarización amenazan la confianza en las instituciones, necesitamos un órgano electoral que esté preparado para enfrentar nuevos desafíos, un órgano que pueda adaptarse y seguir garantizando elecciones limpias, equitativas y justas. Porque la democracia no es un logro que se obtiene una vez y para siempre, es un proceso que se construye día a día, elección tras elección. El IFE nos recuerda que la democracia es nuestra, es de todos. Que el poder de decidir el futuro de nuestra nación reside en cada uno de nosotros y que ese poder sólo puede ejercerse plenamente cuando tenemos la certeza de que nuestro voto será contado con imparcialidad y objetividad. Sigamos trabajando juntos, ciudadanos, partidos, autoridades, para que este organismo siga siendo un ejemplo de transparencia, eficiencia y confianza. Es cuanto, muchas gracias.