Con su venia señor Presidente;
Buenas tardes compañeras y compañeros Legisladores;
Saludo a los amigos de los medios de comunicación y a quienes nos siguen a través de la señal del Canal del Congreso;

El primero de enero de 1994, nuestro país despertó con la noticia de una declaración de guerra hacia al Estado Mexicano lanzada desde la Selva Lacandona por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Se trató de un hecho insólito que en esencia buscaba el reconocimiento de los derechos de nuestros pueblos originarios, quienes durante siglos fueron víctimas del menosprecio y el maltrato de una sociedad y un gobierno que a menudo incurrían en prácticas que lastimaban profundamente la dignidad de nosotros los indígenas.

Luego del impacto provocado por el surgimiento de un levantamiento armado en un país que aspiraba a alcanzar la modernidad, debieron pasar dos años de intensos trabajos con diversos actores políticos y sociales, para que en el poblado de San Andrés Larráinzar, en el estado Chiapas, el 16 de febrero de 1996, se firmaran los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena.

A veinte años de la firma de estos Acuerdos, no podemos negar que México sea hoy un país más incluyente y con mayor conciencia de la relevancia que tiene respetar y hacer efectivos los derechos de todos los miembros de la sociedad, sin importar la raza, la religión, el origen étnico, o la condición socioeconómica de quien los reclama. No obstante, aún queda mucho por hacer para poder saldar la deuda histórica que tenemos como nación con los pueblos y comunidades indígenas de este país.

Si bien es cierto que la rebelión zapatista llevó en un primer momento a que este Congreso de la Unión estableciera en nuestra Carta Magna que los pueblos y comunidades indígenas requieren de especial protección, del mismo modo que en materia electoral se nos reconoció, la libre determinación para elegir a nuestras autoridades, así como el respeto a nuestros usos y costumbres, tenemos que reconocer que esto aún no alcanza.

Actualmente, sólo por citar algunos ejemplos, no se reconoce a la mujer indígena como titular de derechos de la tierra y tampoco contamos todavía con una Ley Nacional Indígena. Esa es la deuda que el legislativo de este país tiene con nosotros.

Derivado de esta situación, hoy más que nunca, como legisladores debemos trabajar por la concordia y la pacificación; y en este aniversario, los invito a coadyuvar y apoyar los trabajos que continuará desarrollando la Comisión para la Concordia y la Pacificación encabezada por el Diputado Diego Valente Valera, la cual está integrada por todas las fuerzas políticas y que tiene por objeto para avanzar en el pleno reconocimiento de los derechos de los indígenas de nuestro país.

Desde esta tribuna quiero expresarle al Presidente de la COCOPA, un chiapaneco que conoce a profundidad el problema de los desplazados, las mujeres, los niños, y adultos mayores de origen indígena, todo nuestro respaldo para construir un país en el que los indígenas nunca más volvamos a sentirnos excluidos.

Uno de los objetivos de esta legislatura debiera ser el de trabajar para que México siga avanzando en cuanto respecta a armonizar su legislación y dar cabal cumplimiento de los acuerdos, tratados y convenciones internacionales en materia de derechos indígenas.

El gobernador de mi estado, Chiapas, el licenciado Manuel Velasco Coello, ha manifestado de manera reiterada la necesidad ineludible de que este Congreso haga lo necesario para cumplir los acuerdos de San Andrés, que hoy están cumpliendo veinte años de vigencia.

No atender este llamado de crear leyes incluyentes, que den mayor certeza y seguridad jurídica a nosotros los indígenas de que nuestros derechos serán respetados, sería como negar una vez más a 15 millones de personas, que son nuestros hermanos y que en muchos casos, lamentablemente, siguen lidiando aún con la pobreza, la exclusión y la marginación.

Los acuerdos de San Andrés, van más allá del estado de Chiapas, representan a todos y todas las personas indígenas de nuestro país. Es a ellos a quienes debemos dar respuesta con nuestro trabajo, porque es inaceptable que ser indígena en nuestro país signifique estar condenado a la pobreza y al atraso por carecer de las más elementales oportunidades para salir adelante.

Hoy, a veinte años de la firma de los Acuerdos de San Andrés, los que integramos el Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México, honrando nuestros principios de “Amor, Justicia y Libertad”, hacemos un llamado a caminar juntos para lograr que éste sea un país a la altura de la dignidad de los pueblos indígenas.

Es cuanto.


PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO