Viernes, 22 Febrero 2013 07:35

POSICIONAMIENTO DEL PVEM EN VOZ DE LA DIP. GABRIELA MEDRANO GALINDO, EN TORNO AL CENTENARIO DE LA MUERTE DE FRANCISCO I. MADERO Y JOSÉ MARÍA PINO SUÁREZ Featured

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México, D. F., a 22 de febrero de 2013

Con su venía señor presidente; compañeros legisladores; invitados especiales; familiares de los próceres que hoy recordamos; amigos de los medios.

Es para mí un gran honor ser parte de este histórico día, y poder unirme al reconocimiento que ésta H. Asamblea tiene a bien hacer al Padre de la democracia de nuestro país, Francisco Ignacio Madero González. Aplaudo esta iniciativa de solemnizar el recuerdo de un gran hombre que merece ser revalorado.

Sobre Francisco I. Madero, podríamos tener una charla larga y amena, hablar de los hechos que marcaron su vida y su trayectoria política, pero quisiera enfocar mi intervención con hechos y palabras poco recordadas acerca de éste importante personaje que era criticado por sus tendencias nobles, visto por los hombres más perversos de su tiempo como un ingenuo.

Sin embargo, y muy a pesar de sus detractores, fue con esas tendencias nobles y elevadas, y muy lejos de la ingenuidad o de basarse en utopías, que inspiró y prendió la mecha de nuestra Revolución.

Movimiento encabezado por éste hombre fuera de lo común, quien a pesar de pertenecer a una de las 10 familias más acaudaladas del Porfiriato junto con los Escandón, prefirió sacrificarlo todo por México.

En su tiempo fue criticado por no fusilar a sus enemigos, por perdonar a sus contrincantes; se burlaban de él con calificativos como “lunático”. Sin embargo, ese hombre incomprendido y criticado, ese brillante y transparente personaje, lejos de la locura, fue quien detonó uno de los movimientos más importantes del siglo pasado, seguido por hombres como los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, Don Emiliano Zapata, el General Francisco Villa, Don Venustiano Carranza, o el mismo José María Pino Suárez, Vicepresidente de México asesinado junto a él, todos inspirados o bajo el liderazgo de este increíble mexicano, adelantado a su época, el noble y honesto Francisco I. Madero, a quien podríamos considerar como un místico y santo de la política. No por nada el General Villa, sollozo desconsoladamente en su tumba.

La visión y misión de la vida y hasta de la política que poseyó Madero, ha pasado desapercibida por muchos historiadores, algunos de los cuales no quieren ver otros aspectos del héroe, del hombre de historia, porque no son convencionales, y que de hecho, son comprometedores para algunos científicos de las ciencias sociales muy ortodoxos. Pero eso es injusto, porque no obran con objetividad, recordemos que: “quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”.

Por lo anterior, me permito citar parte de la carta que Madero le escribe al patriarca de su familia, al abuelo Don Evaristo Madero, gran amigo de Porfirio Díaz. En dicha carta su nieto Francisco intenta explicarle sus razones por las cuales se lanzaba a su Cruzada por México. Don Evaristo no comprendía el comportamiento de su nieto, que era de hecho el heredero directo por ser el mayor de sus descendientes. Sin embargo, Madero, con un profundo misticismo y gran espiritualidad, cosa rara en los políticos, le escribió lo siguiente:

“Entre los espíritus que pueblan los espacios existe una porción que se preocupa grandemente por la Evolución de la Humanidad, por su progreso. Y cada vez que se prepara un acontecimiento de importancia en cualquier parte del Globo, encarnan gran número de ellos a fin de llevarlo adelante, a fin de salvar a tal o cual pueblo del yugo, de la tiranía, del fanatismo, y darles la libertad que es el medio más importante para que los pueblos progresen.

He sido elegido por la Providencia, no me arredra la pobreza, ni la prisión, ni la muerte. Sé que sirviendo a mi patria en las actuales condiciones, cumplo con mi deber sagrado. Obro de acuerdo con el Plan Divino para que quiera la rápida evolución de todos los seres. Y siendo guiado por movilidad tan alta, no vacilo en exponer mi felicidad, mi tranquilidad, mi libertad, mi vida.

Para mí que creo firmemente en la inmortalidad del alma, la muerte no existe. Para mí que tengo gustos tan sencillos, la fortuna no me hace falta, para mí que he llegado a identificar mi vida con una causa noble y elevada, no hay otra tranquilidad que la de la Conciencia, y solo la obtengo, cumpliendo con mi deber.”

Este era realmente Francisco I. Madero, un hombre profundo, idealista, sencillo, bondadoso, espiritual. Su abuelo no lo comprendió, sin embargo, fue justamente este tipo de sensibilidad lo que México necesitó para despertar y dar un salto evolutivo, hacía la modernidad.

Las elecciones en las que Francisco I. Madero participó, se dieron en, un proceso democrático cargado de esperanza y en las cuales obtuvo un triunfo arrollador sin precedentes, respaldado por un hecho inédito, la publicación de un libro muy bien escrito: La Sucesión Presidencial, obra que aún hoy los historiadores veneran.

Pero Madero sólo gobernó 14 meses, eso se lo debemos a la traición de Victoriano Huerta, de Félix Díaz, y a la intervención extranjera. Madero fue obligado a renunciar a su cargo con presión moral y física, y 3 días después fue asesinado junto a su vicepresidente.

Como todos sabemos esta historia tuvo un final infausto, efectivamente Madero depuso el poder, cediéndole el paso al Dictador Huerta, y fue cobardemente asesinado, pero los traidores no sabían que el legado que se estaba forjando, era un sistema electoral y democrático moderno y superior al de muchas potencias, cumpliendo así con el sueño de nuestro Mártir de la Democracia. Lo asesinaron, pero como decía uno de sus discípulos, el general Felipe Ángeles: ¡La sangre de los mártires fecundiza las grandes causas!.

Es imposible hablar de Madero y no recordar estos hechos tan dolorosos y tan ofensivos. Si bien sabemos que no se trató de una intervención de los Estados Unidos y de su pueblo, uno de los más nobles del planeta, sí se trata de un extranjero amparándose con engaños en su país, protegiendo intereses que lo beneficiaban a él y a su grupo.

Y sobre Huerta qué decir, si hubiese un muro del deshonor al contrario de este a mis espaldas, ahí debería de estar su nombre, tan solo hay que citar las palabras que el historiador José E. Iturriaga pronunció cuando recibió la medalla Belisario Domínguez en el Senado, para tener una perspectiva de quien era Huerta:

“Cuarenta días después del asesinato de Madero, el usurpador [Victoriano Huerta] se presentó al Congreso, el 1° de abril de 1913 a dizque informar de cómo se hallaban los negocios públicos, conforme a la [Constitución] del 57. No pudo hacerlo, porque se encontraba en estado de completa ebriedad.

Nunca, nunca, señores congresistas, nunca este recinto había sido tan humillado, como en esa ocasión durante los dos discursos improvisados por tan lamentable personaje. Con el mayor respeto y cuando tengan tiempo, ruego a ustedes, señores legisladores, leer una copia de tan increíble desvergüenza y tan irrespetuosa actitud para el Congreso Nacional.

No solo Victoriano Huerta nos arrancó a Madero de las manos de la Patria comprado por el extranjero, sino que ha sido el único titular del Ejecutivo que ha humillado arteramente a éste Congreso de la Unión. Por eso, es pertinente recordar al némesis de Madero, pues al analizar a la contraparte, podemos recordar de qué estaba hecho nuestro Mártir de la Democracia.

Madero ya había visto el error de haber llamado a Huerta a su gabinete, sin embargo, no escuchó las desesperadas advertencias de su hermano Gustavo. Arrepentido en su prisión forzada de Palacio Nacional, junto al General Felipe Ángeles y al Vicepresidente Pino Suárez, durante la Decena Trágica se refirió a Victoriano Huerta y a otros desleales funcionarios, y dijo, desconociendo que en muy poco tiempo sería asesinado:

“Fui muy condescendiente con algunos que no merecían estar en el gobierno, pero verán, ahora que salgamos de ésta, la responsabilidad del nuevo gabinete recaerá en jóvenes como José Vasconcelos.”

Con esto, ahora en vez de hablar de su némesis, con gusto podemos recordar a los fieles seguidores y discípulos de Madero, hombres valiosísimos, otros místicos de la política, como el general Felipe Ángeles o José Vasconcelos.

Ángeles fue un militar excepcional, muy respetado por la milicia, ha sido uno de los mejores estrategas que ha tenido nuestra Patria, gran artillero, maestro de muchos en el Colegio Militar. Pancho Villa le debió a él sus triunfos militares. Y a pesar de lo anterior, el General Ángeles poseía una espiritualidad, una nobleza y una bondad, muy raras en los militares porfiristas. Por eso se le recuerda como un místico militar, fiel a su maestro, Madero.

José Vasconcelos fue colaborador de Madero y en verdad lo admiraba, por eso, por ser maderista, al concretarse la gesta revolucionaria y a pesar de que Madero ya no estaba ahí, a Vasconcelos se le encomiendan los destinos de la cultura en México: funda la Secretaría de Educación Pública y la encabeza, fue el educador incansable de México, fue candidato vencedor para la presidencia, frustrándose este hecho con un injusto fraude electoral, impulsor del muralismo en México, Rector y reformador de la UNAM, creador del lema de esa magna institución: “Por mi raza hablará el espíritu”, y escritor prolífico. Por eso se le recuerda como un revolucionario de la cultura, también fiel a su maestro, Madero.

Creo que sería pertinente en honor a Madero, hoy proponer, aprovechando tan simbólica ocasión, que el nombre de José Vasconcelos y del general Felipe Ángeles estén en el muro de honor de este Honorable Recinto Legislativo.

Concluyo compañeras y compañeros legisladores;

Quisiera cerrar con unas palabras poco recordadas del ex Presidente Francisco I Madero, y con ellas los invito a la reflexión:

“Es indudable que si todos los hombres de bien hicieran a un lado sus egoísmos y se mezclásen en los asuntos públicos, los pueblos estarían gobernados sabiamente y serían los hombres de más mérito y virtud los que ocuparían los puestos más elevados; y es natural que hombres así harían el bien y acelerarían la Evolución de la Humanidad, no sucediendo lo mismo con los hombres malvados que con tanta frecuencia ocupan dichos puestos, porque a más de no gobernar sino en vista de sus propios y mezquinos intereses, dan un ejemplo pernicioso a las masas que sólo ven recompensado el éxito obtenido aun a costa del crimen, y ello significa un estímulo para las malas tendencias, a la vez que un gran obstáculo para la virtud, porque, en tales condiciones, el hombre bueno y virtuoso es víctima de toda clase de persecuciones, mientras el malvado que se amolda a la situación es recompensado.”

¿Qué deseamos hoy los mexicanos con todo el corazón?, ¿cómo queremos ser gobernados?, pues considero que aquí tenemos una respuesta, por líderes con principios éticos como Madero.

¡Gracias por su atención!

PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO

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