Miércoles, 22 Septiembre 2010 08:46

INTERVENCIÓN DE LA DIPUTADA NINFA SALINAS SADA, EN LA CEREMONIA SOLEMNE DEL 100 ANIVERSARIO DE LA UNAM

Los mexicanos estamos muy orgullosos de ella, sabemos que la Universidad es productora de pensadores, de científicos, de premios Nobel, de artistas y de técnicos; nos emociona incluso que reconozcan su belleza física y que la hayan declarado patrimonio cultural de la humanidad.México, D.F., a 22 de septiembre de 2010

Con su permiso señor Presidente de la Cámara de Diputados. Señor Presidente de la Cámara de Senadores. Distinguido Doctor José Narro Robles, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México Señoras y Señores legisladores e invitados especiales Es un honor celebrar que hace 100 años, la legislatura de 1910 instalaba la Universidad Nacional de México. Desde la época de la Revolución ha sido la sede donde se ha desarrollado el pensamiento, la técnica y las artes nacionales y ha vinculado a los mexicanos con el mundo a través de la difusión y discusión de las distintas corrientes de pensamiento. También ha sido pieza fundamental en la construcción de nuestro país.Los mexicanos estamos muy orgullosos de ella, sabemos que la Universidad es productora de pensadores, de científicos, de premios Nobel, de artistas y de técnicos; nos emociona incluso que reconozcan su belleza física y que la hayan declarado patrimonio cultural de la humanidad. En efecto, sus edificios, sus jardines, sus murales y hasta el ambiente alegre e irreverente de sus estudiantes es algo muy estimulante. Hoy conmemoramos un siglo de la invaluable aportación de nuestra máxima Casa de Estudios. La Universidad Nacional logró establecerse, gracias a los esfuerzos del maestro Justo Sierra, que en aquel entonces explicó a los Diputados de aquella legislatura que los gobiernos no podían ni debían “regentear” con la educación superior. Fue un tiempo clave en nuestra historia, cuando la Revolución rompió con el sistema y se inició una nueva etapa. En ese momento se pusieron en duda las ideas que sostuvieron al antiguo régimen y se propusieron otras. Desde ese tiempo fundacional, la Universidad eligió el camino de la diversidad y la pluralidad, eligió ser el lugar donde los universitarios discuten, polemizan, acuerdan y hacen propuestas, en un clima de libertad, para solucionar los problemas de nuestra Nación. La Universidad Nacional se ha convertido en un símbolo poderoso para todos aquellos mexicanos que anhelan transformar al país. Hace pocos años, el 12 de mayo de 2003, el Congreso decretó la inscripción del nombre de la Universidad Nacional Autónoma de México, con letras de oro, en el muro de honor de la Cámara de Diputados, junto a los nombres de hombres, mujeres e instituciones que han brindado importantes servicios a nuestra Nación. Hasta aquí la historia que todos conocemos; es tiempo, de hablar del futuro de la educación de nuestro país.. Una de sus fortalezas más evidentes es su pluralidad, porque ha permitido la convergencia de todas las ideologías políticas, sociales y filosóficas en búsqueda de un objetivo común: el conocimiento que beneficie a todos. Como institución pública, brinda una educación casi gratuita porque obtiene financiamiento a través de la contribución que los ciudadanos aportan para el establecimiento público, ha sido pagada por la sociedad en beneficio de ella misma. Lo que nos obliga, necesariamente, a cuestionarnos si ésta contribuye a la solución de los problemas nacionales. La Universidad cumple hoy cien años; serán pocos comparados con los incontables años que habrá de cumplir, sí y solo sí, la logramos preservarla y defenderla de sus enemigos. Son enemigos de la Universidad quienes pretenden debilitarla de su carácter público y gratuito. Son enemigos de la Universidad quienes pretenden ocuparla con pretensiones doctrinarias e intereses político-electorales. Son enemigos de la Universidad aquellos que la desvirtúan al verla sólo como una arena de disputas estériles. Son enemigos de la Universidad los que la amenazan con dejarla al margen del cuestionamiento y la crítica constructiva. Pero quizá le hagan más daño aquellos que la quieren condenar a permanecer intacta, impávida e inerte ante las transformaciones profundas en el desarrollo científico y tecnológico a nivel mundial. Esos son los peores enemigos de la Universidad. Por eso, tenemos que preguntarnos, desde y con la Universidad, cuál es la educación que la sociedad mexicana necesita hoy en función de las problemáticas actuales. No podemos esperar más, tenemos que actuar hoy, si queremos que los futuros universitarios tengan posibilidades reales de insertarse al mercado de trabajo. La oportunidad del bono demográfico nos marca un límite de tiempo.  Tengámoslo presente. Entonces, la Universidad tiene que responder preguntas de una gran complejidad pero de planteamiento muy simple: a quién queremos educar, cómo  y para qué. ¿Acaso nos hemos cuestionado si la capacitación que reciben los alumnos se trasforma en productividad e incremento en su desempeño en el ámbito laboral? ¿Están los métodos y técnicas a la altura de cualquier alumno en el plano internacional? No podemos desconectar a la Universidad de las necesidades reales y concretas de la sociedad mexicana. En especial de bienestar y calidad de vida, que sólo se construyen incrementando la productividad y la riqueza del país. Si la educación no deriva en el incremento de la productividad, entonces tenemos un grave problema. Hay que articular con la concurrencia de ciudadanos, instituciones, empresas y gobierno en un gran esfuerzo nacional. Solamente en estos términos estaríamos hablando de la educación como un proyecto y una política de Estado. Año con año el presupuesto destinado a la educación nacional se ha incrementado. Sin embargo, los resultados en la calidad de la evaluación y el desempeño de profesores y alumnos, no corresponden al esfuerzo de los contribuyentes. En el Partido Verde creemos que la educación es el único medio para detonar la productividad y la riqueza del país; por eso debemos de insistir en que la tarea es articular al sector educativo medio superior y superior, con el sector productivo. Por lo tanto proponemos de manera muy concreta cuatro puntos: Primero, bono educativo, es decir, la educación no debe articularse con base en la oferta del sindicato y del gobierno, sino con base en la demanda de los  estudiantes y padres de familia, para que los estudiantes adquieran la libertad de elegir y exigir una mejor educación, pero sobre todo para involucrar a los centros educativos en una competencia sana, que los haga más eficientes.  El modelo de organización social, la toma de decisiones y transferencia de recursos tiene que ser de abajo hacia arriba. Segundo, vincular la formación de los universitarios con las necesidades del sistema productivo. Es importante hacer que la Universidad vuelva a ser la respuesta a lo que nuestro país demanda en cualquier ámbito. Podríamos empezar, por diseñar un estímulo fiscal para aquellos que inviertan en capital humano a través de programas de actualización de los egresados universitarios y reforzar los programas de orientación educativa y vocacional para generar verdaderamente aquellos profesionales que nuestro país requiere y que esto se refleje en bienestar y calidad de vida para el egresado. De otra manera, sólo seguiremos educando a futuros desempleados. Tercero, cambiar de manera radical el enfoque del educador. La guía del profesor debe ser fundamental para que en el alumno se haga la transición de la información en conocimiento y experiencia. No importa cuánto tiempo dediquemos a este esfuerzo o si para lograrlo tengamos que transformar de raíz el sistema educativo. Es urgente evaluar de alguna manera a los maestros. Ninguna institución debe quedar al margen de las evaluaciones, mucho menos las que ejercen el dinero público. Cuarto, cambiar la motivación de los profesores para comprometerlos con el desempeño de los alumnos. Los maestros deben de reconocer como compromiso primordial la labor en los recintos educativos y hacerse corresponsables. Debemos de respetar y salvaguardar los derechos laborales adquiridos. Hay que reconocer y premiar la excelencia en la labor docente, pero también señalar y separar a aquellos maestros que no cumplan con su cometido, porque la evaluación constante del desempeño debe ser la condición para permanecer en el sistema. Concluyo Señor Presidente, en el Partido Verde estamos seguros que con estos cuatro puntos iniciará un proceso de cambio que bien se merece nuestra Universidad Nacional y que merecemos todos los jóvenes mexicanos. El impacto en la educación del país, la autonomía, la libertad de cátedra, el carácter laico, la participación estudiantil, el fomento a la democracia a través de la libre discusión de las ideas, son valores que la Universidad ha mantenido desde sus orígenes, y que fortalecen a un México con una conciencia cada vez más clara de su ser y de su destino, a través del pensamiento crítico. Hagamos honor a estos valores. Vemos a la UNAM como referente obligado para repensar la educación como palanca para detonar la gran transformación de México. Con enorme orgullo podemos afirmar que la UNAM es, sin lugar a dudas, una de las grandes fortalezas que tiene nuestro país para enfrentar los retos y desafíos que se nos presentan como nación. La Universidad celebrará muchos años más si nos damos a la tarea de reflexionar y actuar en consecuencia. ¡Felicidades por sus primeros cien años! Hoy más que nunca dejemos: Que el espíritu de nuestra raza hable. Muchas gracias