La consolidación de los Estados democráticos depende, en buena medida, de la educación y de la posibilidad que tengan los ciudadanos de acceder de forma libre e ilimitada al conocimiento, a la información y a la cultura.
La adquisición de las habilidades necesarias para leer y escribir representa un paso obligado del conocimiento y constituye un requisito básico para la educación permanente, además, estas destrezas resultan fundamentales para que las personas y los grupos sociales puedan tomar decisiones con total autonomía.
No obstante, la importancia de la alfabetización; en el mundo de hoy las naciones no pueden conformarse con enseñar a su población a leer y escribir, pues la sociedad del conocimiento exige la formación de lectores capaces de comprender a cabalidad lo que leen, además de poder adoptar una posición crítica frente a ello.
Se trata de formar lectores de calidad, lo cual depende, en buena parte, de la eficacia y las dimensiones del aparato y la infraestructura que sostiene la lectura; es decir, del personal capacitado para promover la misma y facilitar el acceso de la población a los libros, así como de la cantidad de bibliotecas, salas de lectura y otros espacios adecuados para leer que existen en un país.
Los principales objetivos de la biblioteca pública son facilitar recursos informativos y prestar servicios mediante diversos medios con el fin de cubrir las necesidades de personas y grupos en materia de instrucción, información y perfeccionamiento personal; comprendidas, igualmente, actividades intelectuales de entretenimiento y ocio.
Tal es la importancia de la biblioteca pública que la propia UNESCO elaboró un manifiesto en el cual proclama su convicción de que dichos espacios son una fuerza viva de la educación, la cultura y la información, motivo por el cual exhorta a las autoridades nacionales y locales a apoyar el establecimiento de bibliotecas públicas y salas de lectura por todo su territorio.
Pero el reto de formar lectores habituales y autónomos no sólo requiere de la multiplicación de los espacios de lectura, muy necesaria en un país tan extenso y diverso como el nuestro. Sino que plantea la necesidad de fortalecer la función de la biblioteca pública para que atienda mejor a sus usuarios más frecuentes, que son los jóvenes estudiantes y académicos, pero también para que incremente su capacidad de atraer a otros sectores de la población y logre interesarlos en la lectura.
Es necesario convertir a las bibliotecas públicas en espacios de encuentro vivencial con los libros, en condiciones adecuadas de comodidad y calidad para todos sus usuarios, para lo cual es indispensable revisar la Ley General de Bibliotecas, documento que data del año 1988 y que sólo ha sido reformado una vez desde su creación.
Diversos especialistas en el tema señalaron que el marco jurídico de las bibliotecas en nuestro país requería reformas urgentes para adecuarlo a las nuevas necesidades de los usuarios, derivadas fundamentalmente de los cambios que las nuevas tecnologías han impulsado en todo el mundo.
En este sentido, en el grupo parlamentario del Partido Verde celebramos que el Decreto del dictamen puesto a consideración del Pleno incluya modificaciones encaminadas a establecer los criterios generales para orientar las políticas públicas en materia de desarrollo bibliotecario, y difusión del conocimiento y la cultura a través de las bibliotecas.
Así como la adopción de medidas para contribuir a la constitución de servicios bibliotecarios que consoliden a la biblioteca pública como un instrumento para la difusión cultural y el progreso educativo constante de las y los mexicanos.
Deben destacarse también, las obligaciones que se le imponen a la SEP de proponer, ejecutar y evaluar el Programa Nacional de Desarrollo Bibliotecario, lo cual permitirá contar con objetivos, estrategias y metas claras en la materia.
Por lo anteriormente expuesto, las y los diputados del Partido Verde votaremos a favor del presente dictamen.
Muchas gracias por su atención.
PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO