• Una turbina de viento de un megavatio que funcione durante un año puede reemplazar la emisión de más de mil 500 toneladas de dióxido de carbono.
  
• La energía eólica explotable en el Istmo de Tehuantepec pudo haber suministrado casi el siete por ciento de las necesidades de energía eléctrica a nivel nacional en 2005
  

El Partido Verde Ecologista de México llamó a los legisladores de las diversas fuerzas políticas a asumir su responsabilidad con el medio ambiente del país e impulsar una auténtica reforma energética integral, que incluya la explotación y aprovechamiento de las energías renovables, con el fin de eliminar de manera paulatina la dependencia de los combustibles fósiles.

Militantes y legisladores del PVEM realizaron una manifestación pacífica frente a la “Puerta de los Leones” del Bosque de Chapultepec, para pronunciarse a favor de la utilización de las llamadas “energías limpias”, ante la “insuficiente” iniciativa presidencial, que se limita a una reforma petrolera.

El diputado Francisco Elizondo Garrido, recordó que este instituto político presentó ante el Congreso una iniciativa cuyo espíritu es el de mandatar al Estado Mexicano para que promueva y participe en el aprovechamiento de ese tipo de energía y se permita la participación de particulares en la generación, distribución y comercialización de energía eléctrica a partir de fuentes renovables.


En este caso, el Partido Verde dedicó su manifestación a la energía eólica, la cual –dijo, puede contribuir de manera importante a mantener la plataforma biológica en la que está asentado el país y que es hogar del 20 por ciento del total de especies animales y vegetales que hay en el planeta.

En tanto, la diputada Beatriz Manrique mencionó que México es cada vez más dependiente de los recursos fósiles para la generación de energía eléctrica y, al parecer, pocos políticos han reparado en que se trata de un recurso finito que se agotará en menos de 20 años en el país.

Es hora de que el gobierno, el Congreso de la Unión y la iniciativa privada volteen sus ojos hacia las fuentes de energía renovables, como la que produce el viento y que no provoca ninguna emisión ni se agota en un plazo determinado, puntualizó.

La legisladora expuso que una sola turbina de viento de un megavatio que funciona durante un año puede reemplazar la emisión de más de mil 500 toneladas de dióxido de carbono, 6.5 toneladas de dióxido de sulfuro, 3.2 toneladas de óxidos de nitrógeno y 60 libras de mercurio.

Para dar una idea del potencial que tiene México en este rubro, ejemplificó que la energía eólica explotable en el Istmo de Tehuantepec pudo haber suministrado casi el siete por ciento de las necesidades de energía eléctrica a nivel nacional en 2005, y mencionó que estudios recientes han cuantificado en el país un potencial superior a los 40 mil megavatios (40 mil millones de vatios) a través de la energía eólica.

A su vez, el Presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica, Eduardo Zenteno Garza, quien acompañó a los legisladores ecologistas en este evento, abundó que entre otros beneficios de la energía eólica se encuentra el hecho de que se reduce la dependencia de combustibles fósiles y por ende, contribuye a disminuir los niveles de emisiones contaminantes.

Además, el tiempo de construcción de la infraestructura es menor con respecto a otras opciones energéticas y, al ser plantas modulares, son convenientes cuando se requiere tiempo de respuesta de crecimiento rápido.

Añadió que otro factor positivo es la estabilidad del costo, pues la energía eólica no está sujeta a variaciones de precio y volatilidad en su disponibilidad, como ocurre con los combustibles convencionales.

Además, la energía del viento tampoco puede ser importada, por lo que se mantienen los fondos dentro del país y disminuye la dependencia hacia los gobiernos extranjeros que proveen algunos combustibles como la gasolina.

Al hablar de las regiones eoloenergéticas de México, mencionó al Istmo de Tehuantepec, las penínsulas de Baja California y de Yucatán, el altiplano norte, la región central del país y las zonas costeras.

Sobre el sur del Istmo de Tehuantepec, explicó que se trata de una zona de alrededor de mil kilómetros cuadrados expuesta a vientos muy intensos, dado un fenómeno monzónico entre el Golfo de México y el Golfo de Tehuantepec, donde aflora una corriente marina anormalmente caliente, originando un gradiente térmico y de presión que da lugar a un intenso viento del norte desde el otoño hasta la primavera.

En cuanto a la Península de Baja California, comentó que eólicamente es una barrera natural perpendicular a los vientos occidentales, que en sus montañas e innumerables pasos puede proporcionar muchos sitios con potencial explotable, particularmente en el poblado de la Rumorosa y zonas aledañas.

Añadió que en la zona sureste del país, la franca exposición de la Península de Yucatán a los vientos alisios de primavera y verano, incrementados en su costa oriental por la brisa marina, y por los nortes en el invierno, hacen de Cabo Catoche, la costa de Quintana Roo y el oriente de Cozumel, zonas con potencial eólico interesante para contribuir significativamente a los requerimientos del área en apoyo de su generación termoeléctrica.

También se refirió al altiplano norte que abarca desde la región central de Zacatecas hasta la frontera con Estados Unidos, donde el país se ve influenciado por la corriente de chorro de octubre a marzo, intensa y persistente, que como viento del poniente, al impactar la Sierra Madre Occidental, da lugar a innumerables sitios con potencial explotable.

Sobre la región central refirió que prevalecen los vientos alisios de verano de Tlaxcala a Guanajuato, y que en Pachuca, “La Bella Airosa”, son más conocidos y complementan estacionalmente a los del altiplano norte y los del sur del Istmo de Tehuantepec.

Por último señaló que si se da la importancia y el impulso necesario a este tipo de energía, la generación eoloeléctrica en gran escala en las costas del país para la producción de hidrógeno, constituirá una de las principales aplicaciones a mediados de este siglo, cuando las termoeléctricas a combustóleo y carbón sean historia, y la población de México se estabilice alrededor de los 130 millones de habitantes.