Los que hace 10 décadas se lanzaron para luchar en la Revolución Mexicana sin más defensa que sus propios sueños y con un bagaje a cuestas saturado de sufrimientos, ansiaban muchas cosas de las que nosotros hoy gozamos, aunque sea de forma incipiente, como por ejemplo el reparto agrario convertido en un rehén de intereses ajenos al suyo propio, como el salario mínimo que hoy en día hace honor a su nombre es mínimo, como el derecho a la salud que continua siendo una queja constante, como la educación que en muchas regiones ni siquiera o apenas llega a ser letra alfabetizadora y en nuestra ciudad aun es deficiente.

México D. F., a 19 de noviembre de 2010

Los que hace 10 décadas se lanzaron para luchar en la Revolución Mexicana sin más defensa que sus propios sueños y con un bagaje a cuestas saturado de sufrimientos, ansiaban muchas cosas de las que nosotros hoy gozamos, aunque sea de forma incipiente, como por ejemplo el reparto agrario convertido en un rehén de intereses ajenos al suyo propio, como el salario mínimo que hoy en día hace honor a su nombre es mínimo, como el derecho a la salud que continua siendo una queja constante, como la educación que en muchas regiones ni siquiera o apenas  llega a ser letra alfabetizadora y en nuestra ciudad aun es deficiente.

Qué decir del campo mexicano en condiciones de miseria, marginación social, discriminación e ignorancia, casi similar al del siglo pasado, de la grave situación de los pueblos, barrios, ejidos y comunidades de todo el país, que en el caso de nuestra Ciudad de México se debate entre la pobreza y la miseria extrema, no obstante que son los dueños del medio rural, de la biodiversidad y del importantísimo recurso natural que se encargan del suelo de conservación, cuyos pueblos apoyaron la Revolución Mexicana, muy significativamente la lucha zapatista y villista, para quienes hemos demandado  presupuestos adicionales para atender las necesidades urgentes de la tierra  para un desarrollo sustentable.

Diputados, no podemos olvidar que la justicia social es la máxima de nuestra Carta Magna. La mejor conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana, es reivindicar su vigencia, la actualidad de sus postulados y programas, transformación económica y social, sus propuestas ideológicas, políticas y culturales en un nuevo proyecto de nación independiente, autónoma,  con un nuevo contrato social; un nuevo régimen político, un nuevo modelo económico, su libre identidad mexicana, así como los derechos humanos, sociales y constitucionales del pueblo de México.

Todo ello de tal forma que quienes formamos parte de algún órgano de gobierno como actores políticos, debemos rechazar cualquier modificación que atente contra las conquistas y derechos humanos y constitucionales.

Es fundamental que recordemos a nuestra Revolución Mexicana, pero no como una efeméride reiterativa en lugares comunes como un engranaje más en el calendario para completar un ciclo anual. Hay celebraciones que valdría más darles un grado de conciencia antes de repetirlas.

Los mexicanos tenemos la obligación de seguir luchando y trabajando para que los beneficios de la Revolución lleguen a todos los hogares y a todas las colonias de nuestra ciudad. La lucha contra la pobreza, la injusticia y la desigualdad en las que todavía viven millones de mexicanos debe seguir siendo nuestra máxima prioridad.

Por ello es que los exhorto a que construyamos juntos un Distrito Federal incluyente y no dejemos perder la oportunidad de consolidar una democracia plena para dejar un legado en nuestras presentes y futuras generaciones.

En el Partido Verde, seguimos aspirando a las soluciones en la concordia y la tolerancia, respetando la dignidad de las personas, para que todos en conjunto tomemos la responsabilidad individual de lograr el bienestar colectivo.

PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO